La mejora de la agricultura estimuló el comercio y la revitalización de
la ciudades. Los campesinos y ganaderos, al producir más de lo que
necesitaban para su consumo propio, generaron un excedente o sobrante,
que podía ser intercambiado por otros productos. Las ciudades se
convirtieron en un lugar de residencia para artesanos y comerciantes.
El renacer de las ciudades se produjo a partir de la revitalización de
las ya existentes o del crecimiento de los barrios que aparecieron junto
a castillos o abadías. Se las denominó burgos y a sus habitantes,
burgueses.
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